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The Japanese cosmology of world order in 2019

  • Foto del escritor: Bouroncle y Sandoval
    Bouroncle y Sandoval
  • 1 sept 2019
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 6 sept 2019


Japan and the EU plan to protect world order through trade.

Desde la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014 y con el surgimiento del poder económico (ergo global) de China, la historia ha demostrado que el mundo liberal unipolar liderado por Estados Unidos que reemplazó a la Guerra Fría se ha ido hace mucho tiempo. Por el contrario, el orden mundial actual nos obliga a aceptar un nuevo mundo multipolar, donde el poder y el liderazgo se dispersan entre un grupo de poderes junto con otros actores no estatales que incluyen organismos intergubernamentales, corporaciones y movimientos sociales, un fenómeno descrito como poder relativo por el internacionalista político Joseph Nye. En dicho sistema, las potencias regionales comienzan a desempeñar roles de liderazgo importantes, y Japón puede ser uno de los últimos defensores del liberalismo y el candidato más viable para la región asiática.

"Japón transformó las formas prestadas en patrones japoneses y nunca combinó con ellas ninguna obligación jerárquica con China"

Durante muchos siglos, a diferencia de la mayoría de las sociedades en la esfera cultural china, Japón transformó las formas prestadas en patrones japoneses y nunca combinó con ellas ninguna obligación jerárquica con China. Estaba convencido de que su visión nacional no podía diluirse ajustándose a las técnicas e instituciones de otras sociedades; solo podría mejorarse con una adaptación exitosa (por ejemplo, instituciones parlamentarias británicas). Y esta confianza provino de un cultivo milenario de tradiciones y una cultura distintiva de aislamiento, con una cuasi homogeneidad étnica y lingüística, además de una ideología de ascendencia divina. Asimismo, Japón logró comprender y respetar el concepto confuciano del orden internacional como una realidad regional y sin sumisión formal, insistiendo periódicamente en la igualdad y, en algunos puntos, en la superioridad, ya que tenían una visión particular del orden mundial, guiados por el emperador japonés, El Hijo del Cielo, un desafío directo a la cosmología china.


En aquellos momentos, la posición insular de Japón le permitía decidir si participar o no en los asuntos internacionales. Sin embargo, después de las duras lecciones aprendidas en el siglo XX, Japón adoptó una posición donde el soft power, principalmente a través de la cultura, la cooperación y el avance tecnológico, sería su nueva política internacional.


Poco a poco esta dualidad se ha ido materializando. Por un lado, Japón ha desarrollado dicha estrategia de soft power que le ha permitido ingresar a todos los continentes y transformarse en una fuerza necesaria. La cooperación japonesa es clave para muchos países en vías de desarrollo y también para los objetivos estratégicos a largo plazo de Japón, enfoque decisivo en su política exterior. Por otro lado, Japón ha logrado formar y mantener alianzas estratégicas que lo han llevado a protagonizar el orden mundial, desafiando la hegemonía China en el Asia. Su amistad con Estados Unidos (producto también del tardío siglo XX) ha permitido que se consolide su economía, defensa y tecnología. El reciente afianzamiento a su vieja alianza con la Unión Europea tras el One Belt One Road Initiative (Ruta de la Seda) china, deja entrever que Japón busca interponerse a través del intercambio comercial. Estos dos ejes han ido transformando su política exterior en los últimos años. A futuro, le será necesario revisar el equilibrio de poder tanto a nivel mundial como regional, evaluando las alianzas actuales.

"Los conflictos en Corea han hecho que Japón se replantee cuestiones de seguridad nacional que no habían sido necesarias desde la Segunda Guerra Mundial."

Conforme se afianza por un lado el soft power y por el otro las alianzas estratégicas, los conflictos en Corea han hecho que Japón se replantee cuestiones de seguridad nacional que no habían sido necesarias desde la Segunda Guerra Mundial. El balance de poder sigue cambiando, y no solo los dirigentes sino también la población se vuelve escéptica ante la política pacifista que ha mantenido Japón en las ultimas décadas.


Así pues, y efectivamente, la historia ha demostrado que el mundo liberal unipolar liderado por Estados Unidos que reemplazó a la Guerra Fría se ha ido hace mucho tiempo. Se hace evidente que el poder de las grandes potencias carece de un elemento, la voluntad para ejercerlo; los constantes desafíos al balance mundial nos hacen cuestionar quiénes realmente son los actores decisivos en el balance de poder y cuál es su fuente de poder. ¿Será que la cultura, identidad, estrategia y visión de Japón, nos permiten dudar por un momento de las capacidades militares de las grandes potencias?


El protagonismo de Japón va en aumento y sin duda este país será determinante en el orden mundial; ¿será que la fuerza imparable de las potencias se ha topado con la fuerza inamovible de la tierra del sol naciente?



Since the annexing of Crimea by Russia in 2014 and with the rise of the economic (ergo global) power of China, history has proven that the unipolar liberal world led by the US that replaced the Cold War has long been gone. In contrast, the current world order is forcing us to accept a new multiplex world, where power and leadership are dispersed among a group of powers alongside other nonstate actors and including multilateral bodies, corporations, and social movements, a phenomenon described as relative power by political internationalist Joseph Nye. In such system, regional powers start playing major leadership roles, and Japan may be one of the last advocators of liberalism and the most viable candidate for the Asian region.

"Japan transformed borrowed forms into Japanese patterns and never conflated with them with any hierarchical obligation to China."

For many centuries, unlike most societies in the Chinese cultural sphere, Japan transformed borrowed forms into Japanese patterns and never conflated with them with any hierarchical obligation to China. It was convinced that its national vision could not be diluted by adjusting to the techniques and institutions of other societies; it could only be enhanced by successful adaptation (ie: British parliamentary institutions). And this confidence came from a millenary cultivation of traditions and a distinctive culture of isolation, with ethnic and linguistic near homogeneity, in addition to an ideology of divine ancestry. Furthermore, Japan managed to both understand and respect the Confucian concept of international order as a regional reality without formal submission, periodically insisting on equality and at some points, superiority, for they had a particular view of world order themselves, guided by the Japanese Emperor, The Son of Heaven, a direct challenge to Chinese cosmology. At these times, Japan´s insular position allowed it to decide whether or not to participate in international affairs at all. However, after the hard lessons learned in the 20th century, Japan adopted a positions where soft power, primarily through culture, cooperation and technological advance, would be its new international policy. Gradually, this duality has been materializing. On one hand, Japan has developed such soft power strategy, allowing it it to enter all continents and becoming a necessary force. Japanese cooperation is key for many developing countries and also for Japan's long-term strategic objectives, a decisive focus on its foreign policy. On the other hand, Japan has managed to form and maintain strategic alliances that have led it to star in the world order, challenging Chinese hegemony in Asia. Its friendship with the United States (also a product of the late twentieth century) has allowed its economy, defense and technology to consolidate. The recent consolidation of its old alliance with the European Union after the Chinese One Belt One Road Initiative (Silk Road) suggests that Japan seeks to interpose through trade. These two axes have been transforming their foreign policy in recent years. In the future, it will be necessary to review the balance of power both globally and regionally, evaluating current alliances.

"Conflicts in Korea have caused Japan to rethink national security issues that had not been necessary since World War II."

As soft power strengthens on one side and strategic alliances on the other, conflicts in Korea have caused Japan to rethink national security issues that had not been necessary since World War II. The balance of power continues to change, and not only the leaders, but also the population, becomes skeptical of the pacifist policy that Japan has maintained in recent decades. So, and indeed, history has shown that the unipolar liberal world led by the United States that replaced the Cold War is long gone. It becomes clear that the power of the hegemons lacks an element, the will to exercise it; The constant challenges to the global balance make us question who really are the decisive actors in the balance of power and what is their source of power at all. Could it be that the culture, identity, strategy and vision of Japan allow us to doubt for a moment the military capabilities of the great powers? The prominence of Japan is increasing and this country will undoubtedly be decisive in the world order; could it be that the unstoppable force of the hegemons has encountered the immovable force of the land of the rising sun?


1. Kissinger, Henry. (2014). World Order, pp. 4-12, pp. 185-196.





 
 
 

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